Oscar “Blue” Ramírez
Periodista y corresponsal internacional
Oscar Ramírez es un periodista mexicano originario de Tijuana, Baja California, licenciado en Comunicación y locutor de radio.
Reconocido por su experiencia en temas migratorios a nivel internacional, ha recorrido y documentado todas las fronteras del norte de México con Estados Unidos. En el sur del país, ha caminado y registrado más de 12 caravanas migrantes, además de documentar la ruta del Triángulo de Centroamérica y cruzar en cuatro ocasiones la peligrosa selva del Darién, entre Panamá y Colombia — una de las rutas más mortales del mundo para los migrantes.
Como corresponsal de guerra, ha cubierto conflictos internacionales en Ucrania (frontera con Rusia) y en Medio Oriente, reportando desde Israel con las fronteras de Gaza, Líbano y Siria.
Actualmente, Oscar Ramírez se desempeña como corresponsal bilingüe para diversos medios de comunicación y forma parte del equipo internacional de Real America’s Voice News, un medio reconocido en Estados Unidos.
En 2023, fue condecorado en el Congreso de Colombia con el Premio Diana Turbay, uno de los reconocimientos periodísticos más importantes del país, por su cobertura y documentación de la ruta migratoria a través de la selva del Darién.
Más allá de su labor informativa, Oscar Ramírez se ha distinguido por su periodismo humanitario, enfocado en dar voz y rostro a las historias de los migrantes y de las comunidades afectadas por la violencia y los conflictos internacionales.
El Catatumbo, en Norte de Santander, Colombia, es la región con mayor concentración de cultivos de hoja de coca a nivel mundial, según la ONU.
Con más de 40,000 hectáreas, esta zona produce una gran parte de la cocaína que abastece mercados internacionales.
Sin embargo, su importancia estratégica también la convierte en un campo de batalla entre el ELN, las disidencias de las FARC, y otros grupos armados, quienes luchan por el control del narcotráfico y las rutas fronterizas hacia Venezuela.
La violencia en el Catatumbo ha generado una grave crisis humanitaria.
Enfrentamientos recientes han dejado ciertos de muertos y desplazado a más de 20,000 personas.
Comunidades enteras viven confinadas por los grupos armados, mientras que niños y jóvenes son víctimas de reclutamiento forzado.
Además, la débil presencia del Estado ha perpetuado la falta de servicios básicos y oportunidades económicas, obligando a las familias campesinas a depender de los cultivos ilícitos para sobrevivir.
La región enfrenta consecuencias desvatadoras. La deforestación y la contaminación de fuentes hídricas son solo algunos de los impactos ambientales de la economía cocalera.
Al mismo tiempo, la crisis migratoria se agrava con miles de desplazados buscando refugios en albergues precarios o cruzando la frontera hacia Venezuela.
Todo esto ocurre mientras la cocaína producida en el Catatumbo sigue alimentando el narcotráfico global.
Actualmente, Colombia registra más de 250,000 hectáreas de coca sembrada, una cifra récord en la historia del país y superior a la de cualquier otro gobierno anterior.
Esto refleja no solo la expansión de la economía cocalera, sino también la incapacidad de las políticas actuales para frenar el narcotráfico y sus consecuencias devastadoras.
El Catatumbo, como epicentro de esta problemática, es una muestra clara de que la solución debe ir más allá de medidas aisladas, requiriendo una intervención estructural y sostenida.
Para superar la crisis del Catatumbo, se necesita una estrategia integral que combine desarrollo social, justicia y cooperación internacional.
Es fundamental fortalecer la presencia estatal, garantizar acceso a servicios básicos, y ofrecer oportunidades económicas sostenibles para las comunidades locales.
Solo con un enfoque conjunto, tanto nacional como global, será posible transformar esta región de guerra en un espacio de paz y desarrollo.